domingo, 14 de agosto de 2011

Me fuí.


Irse. Lejos.

A otra galaxia donde no brille nuestro viejo y aburrido sol. Donde no reine sobradamente ese conocido Dios. Y donde nadie, absolutamente nadie, te conozca. Donde seas el primer ser vivo en aparecer, pero tampoco se extrañen. Donde no haya naturaleza ante la que responder, ni convenciones, ni amor. Ni siquiera el amor que se tiene cuando se ama de verdad. Un universo paralelo sin repetición, sin lengua ni diccionarios: un universo sin universo.

Irse. Lejos.

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